30 mayo 2016

Su alma en buenas manos

  • ¿Y bien? 
  • Pues mire, hemos estudiado detenidamente su curriculum y lamentamos decirle que no estamos especialmente interesados. Sin rodeos: es usted muy poquita cosa. No escribe, no pinta, no canta, no sabe escribir lindos discursos,  no realiza obras sociales ni sabe nada sobre ingeniería financiera, no sabe actuar, no cocina, no domina tan siquiera el noble arte de la danza. ¿Qué sabe usted hacer bien? 
  • Sólo estudiar. No he hecho otra cosa desde que se me cayeron los dientes de leche. Primero  la EGB, luego el Bachillerato, el COU, la carrera y desde hace 15 años las oposiciones. Bueno, también he tenido cuatro contratos como interino pero incluso entonces no dejaba de estudiar para conseguir un plaza fija y arreglar mi futuro.
  • Arreglar su futuro, arreglar su futuro. Su futuro es la muerte y su presente es esta corta vida humana que se le escapa de entre los dedos por preparar el futuro. Por cierto, estará conmigo que su vida amorosa es una auténtica birria, tampoco en ese terreno tiene nada que ofrecernos. Hacía tiempo que en este negociado no nos encontrábamos con algo tan soso y vulgar. 
  • Claro, ¿de que se extraña? He antepuerto mi vida profesional, mejor dicho mi futura vida profesional, a mi vida sentimental. 
  • Y aún así todavía no ha conseguido el reconocimiento, no ha aprobado esas oposiciones sobre las que pivota su vida.
  • Es cierto. A pesar de todo el tiempo que he dedicado a empollar con ahínco no me he comido un rosco. Cuando estoy en un examen y contemplo a la interminable tropa de mis competidores, me entra vértigo, se me va el alma a los pies, me da un nosequé y abandono. 
  • Por eso ha acudido a nosotros. Para dejar su alma en buenas manos y no olvidarla en cualquier parte. 
  • Sí, por eso mismo. Sólo ustedes pueden remediar mi angustia y zozobra. 
  • ¿Y esta seguro de lo que quiere? ¿Seguro que quiere vender su alma a cambio de ser empleado público con plaza fija?
  • Ese es mi objetivo y si no puedo venderla, por lo menos arrendarla. No conozco a ningún funcionario del que pueda garantizar al cien por cien que no haya hipotecado su alma para estar donde está.
  •  Me conmueve usted. Quiere vender su alma por una paga de mierda en un trabajo aburrido y sin alicientes. Puteado por los de arriba con los recortes económicos y por el público en general, que los etiqueta de vagos y aprovechados.
  •  Pero es seguro.
  • ¿Seguro? Lo que es seguro es que en las lápidas del cementerio no consta si un tipo ha sido funcionario del grupo A o del grupo Y. A los finados llega un momento en que les deja de interesar si han llegado al nivel 30 o solo se han quedado en el 28.
  • Me importa a mí que estoy vivo.
  • ¡¡Usted es muy poco vivo y  tiene muy poco que ofrecernos. En este Negociado de Transacciones Infernales somos gente seria y su expediente no nos convence.
  • ¡Si no pido nada del otro mundo! Cualquier idiota puede conseguir lo que pretendo. 
  • Menos usted. 
  • No soy exigente, me conformo con cualquier cosa. No me caerían los anillos si tengo que trabajar de subalterno. 
  • Todos ustedes piden lo mismo y a cambio nos ofrecen vidas grises e insustanciales. ¡¡Tenemos cientos y cientos de solicitudes como la suya en nuestros archivos!!
    Por eso nuestro jefe, el Doctor Mefistófeles, ha decidido convocarlos a una prueba selectiva que se realizará, si Satanás quiere, el próximo día 13.
    ¡¡Oiga, oiga!! ¿A donde va? ¡¡No se marche!! Se ha largado.
    Realmente no hay nada como una amenaza diabólica para ahuyentar a almas funcionariales timoratas.
    Uno no puede rebajarse a comerciar con baratijas. Que pase el siguiente, por favor

16 mayo 2016

Va a ser que la guerra es buena

 El polvo, tras ser furiosamente arrancado de las zanjas, bailotea la danza de la desolación entre la fecunda cosecha de cadáveres y heridos que ha florecido en el campo de batalla.
Las dos figuras se van acercando lentamente hacia el personal sanitario que se afana recolectando los frutos de la muerte.
El sargento X y el cabo Y se miran a los ojos y luego se abrazan en gesto imprevisto.
  • Hemos sobrevivido. 
  • Es cierto, somos afortunados.
Se apartan para permitir el paso de una camilla. Un hombre agoniza en ella. La herida mortal  no puede disimularse bajo el aparatoso vendaje que cubre su cabeza.
  • Toda una experiencia. 
  • Sí, cada vez estoy más  convencido de que solo aprendemos de verdad cuando tenemos experiencias fuertes y determinantes. 
  • Cierto, cuando la vida es previsible y sin emociones, termina por volvernos cómodos y desganados. 
  • Claro, la guerra tendrá otras cosas pero no es rutinaria. 
  • Por supuesto, al jugarnos el tipo no nos apoltronamos y podemos valorar mejor la camaradería, la lealtad, el trabajo en equipo o la determinación.
  • Y darle menos importancia a nuestras posesiones y egoísmos.
  • Un amigo en la guerra es siempre buena compañía.
  • Además el combate es bueno para el cerebro ya que nos exige vivir en el día a día sin estar pendientes del mañana.
  • Carpe diem, que hermosa frase de no se quien. 
  • Un romano quizás. Esos sí sabían vivir la vida: bacanales, fiestas, circos ...
  • Y bonitas guerras.
  • Muy bonitas, sin duda.
Ante la escasez de ambulancias, los cadáveres restantes son agrupados por los sanitarios formando enormes montículos. El sargento ofrece al cabo tabaco y éste coge un cigarrillo con fruición. Luego el sargento retoma el diálogo.
  • Va a ser que la guerra es buena. 
  • Por lo menos nos hace mejores y eso es lo que importa ¿no? 
El ulular de las sirenas interrumpe la conversación. Los dos militares agitan los brazos hacia los vehículos que vienen a recogerlos.